Los pulmones llenos de alquitrán atrasado, entaponado; La camisa empapada de sudor por la fiebre de anoche; El frío de la madrugada que corta la piel con su hiel afilada; Los ojos pegados a los párpados, los párpados pegados entre sí, pestañas entrelazadas o tal vez enredadas entre sí. Retozo retazos de pulmón, Me tengo que sentar para sacarlos; Respiro de nuevo, ¡Respiro de nuevo! Qué triunfo, la fiebre hizo lo suyo. Sí es un cuentico de amor. Soñé contigo, soñé que estaba en esa misma conferencia de ayer en la que hablamos sobre las nuevas masculinidades -por cierto, todos los discursos sobre el feminismo inclusivo que se me vinieron a la cabeza casi no me dejan dormir- de repente te encontraba entre el público, y aunque estaba al otro lado de la sala, de la nada estaba al frente tuyo, casi llorando, sintiendo en mi voz el reclamo, pero una extraña calma en la tuya, no se sentía como en los otros sueños en los que soy una sirviente a tus pies condescendientes, ahora que lo...