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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Vuela

Escribo en el borrador que empecé cuando trataba de anticipar qué sentiría. Buen viento y buena mar, buen viento y buena mar. Por fin pude recordar el amor, el odio se va y solo queda entonces el amor, porque no podemos odiar a quien no hemos amado. Escucho y sano, y mi corazón late y la sonrisa afloja, y las mariposas vuelan, fuera y dentro de mi. Nacen, vuelan y se van. Y en ese adiós largo que nos debíamos, vuela el amor con paz. Vuela el amor a lo que hubo, vuela el amor sin más. Ya no somos, pero nunca dejaremos de ser. A lo que hubo: buen viento y buena mar, a lo que vendrá para cada quién, también. 
Todo lo que no pudo ser, todo lo que no será.  El momento se acerca y llegada la hora, sin saber que sentir, espero sentir paz.  Ahora mismo solo quiero olvidar, quiero ver lo que es, y no pensar en lo que fue o lo que pudo ser. No fue, simplemente no fue. Ni tú, ni yo, ni el momento, ni la vida, no fuimos.  Resiento profundamente con la ira y no puedo recordar qué sentía, me cuesta entender como llegué hasta allí. Cómo quise, cómo pude, cómo no vi. Qué ira, ¿Cómo no vi?.  Lo bueno es que no fue. Lo malo es todo lo que pudo ser. 

Soledades

1. Nací. 2. Vi la muerte. Recuerdo claro el atardecer posarse sobre las tumbas de cemento y hormigón. Las flores, la gente, el calor. Me puse brava con mi mamá porque no me dejó ir con mi papá. La vi irse como un fantasma en medio de la contraluz del sol y los arcos de la entrada al cementerio. Lloré y me fui a buscar a mi papá, y lo encontré haciendo lo que menos me esperaba. Alzaba un cajón con ayuda de otros hombres y lloraba, y lloraba, y lloraba. Me fui de allí aterrada y me perdí entre los recovecos y las lápidas, de repente el olor a muerte demarcaba el fin del atardecer y el inicio del azul culposo de la penumbra. De suerte algún adulto me encontró y me devolvió con mi mamá, pero nunca olvidaré que desde entonces entendí que parte de morir significa no volver.   3. Estaba sola cuando desperté. Miré para arriba y vi la luz lenta del atardecer caer sobre la sombra del árbol que acobijaba mi cara. Estoy soñando, no es real, no puede ser real. La luz me adormece y caigo desgonzada