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Probablemente no completamos ni 24 horas en total de estar juntos, y sin embargo nos dedicamos unas cuantas miles palabras, puntos, comas, besos, sexos, durante los últimos 6 años.

Han pasado amores y miles de cosas más detrás de la historia de cada uno... que jamás sabremos, porque nunca nos importó.

El hecho es que siempre estuvimos ahí, el uno para el otro, cuando la soledad nos asechaba inminente. Nos tuvimos el uno al otro en las descripciones de escenas eternas haciendo el amor, literalmente hacerlo, en acción, en momento, en espacio y tiempo. Nos amamos o lo amé, de maneras que a pesar de haber escrito tantas veces, es difícil explicar.
Describimos cada acción y sensación con detalle.
Des-escribimos y re-escribimos las maneras de amarnos ochocientos setenta y tres veces; a veces rutinario, a veces con tristeza, otras veces con pasión... siempre con un poco de esperanza, de hacerlo realidad, de sentir que el tiempo valía la pena, que la distancia no nos significaba porque nosotros la resignificamos a costa de una muy buena historia de amor.

Lo quise, ¡Lo quiero! Por Dios que lo quiero.
Cuánto quisiera que me dejara conocerle, o que me quisiera conocer. Cuán convencida sus actos me tienen de que: o solo le interesa mi sexo, o no necesita conocerme para saber que me quiere.

Cuánto quisiera que no fuera él, para saber con certeza que no hay futuro.
Cuánto quisiera que fuera él.

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