Ir al contenido principal

H

Probablemente no completamos ni 24 horas en total de estar juntos, y sin embargo nos dedicamos unas cuantas miles palabras, puntos, comas, besos, sexos, durante los últimos 6 años.

Han pasado amores y miles de cosas más detrás de la historia de cada uno... que jamás sabremos, porque nunca nos importó.

El hecho es que siempre estuvimos ahí, el uno para el otro, cuando la soledad nos asechaba inminente. Nos tuvimos el uno al otro en las descripciones de escenas eternas haciendo el amor, literalmente hacerlo, en acción, en momento, en espacio y tiempo. Nos amamos o lo amé, de maneras que a pesar de haber escrito tantas veces, es difícil explicar.
Describimos cada acción y sensación con detalle.
Des-escribimos y re-escribimos las maneras de amarnos ochocientos setenta y tres veces; a veces rutinario, a veces con tristeza, otras veces con pasión... siempre con un poco de esperanza, de hacerlo realidad, de sentir que el tiempo valía la pena, que la distancia no nos significaba porque nosotros la resignificamos a costa de una muy buena historia de amor.

Lo quise, ¡Lo quiero! Por Dios que lo quiero.
Cuánto quisiera que me dejara conocerle, o que me quisiera conocer. Cuán convencida sus actos me tienen de que: o solo le interesa mi sexo, o no necesita conocerme para saber que me quiere.

Cuánto quisiera que no fuera él, para saber con certeza que no hay futuro.
Cuánto quisiera que fuera él.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Venceremos

Me siento inmune, lo soy. Al virus, al sufrimiento, al paro.  No paro de pensar en él. Es tal vez de las pocas cosas para las que no estoy dormida, inocua, débil.  Me sobran las ganas de estar con él, de saber de él, de verlo bien. Feliz, chistoso, seguro, él. Él, que a 5 horas de conocernos me dijo que no sabía porqué, pero de repente quería verme mucho, y tal vez que ya nunca me fuera de su lado. Él que aún cuando intento escribir con ira sobre todas las otras cosas que suceden además de él, siempre es la primera o la última frase, cualquiera de las dos de vital importancia. Me siento dormida, llevada, traída.  Hoy estaba en la marcha feminista. Una niña de 17 años se suicidó luego de haber sido violada por 4 policías en una estación. Ni siquiera eso me duele. No me duele porque sé que seguramente eso fue lo mejor que pudo hacer. Porque sé que estar allí es vivir una película de terror eterna. Nunca se borra. A veces la pasas más rápido, a veces más lento. A veces duele mucho, a vece

Adán

 Hace rato no vengo aquí, o no lo recuerdo, como ultimamente. Cada vez que vengo hago una releída de cosas. A veces me sorprendo, a veces me decepciono. Hoy me doy cuenta que me gusta mucho escribir sobre dolor, a veces alegría o esperanza. No sé si sobre ti.  Me encanta hablar de primeras veces. Hacer las sensaciones y las emociones especiales "nunca había sentido esto". Y sí, cada una es especial a su manera, pero esta vez, muy como el objetivo de lo que vengo a decir pero con mi marca de especialidad: eres la primera vez.  Eres el principio de algo que no sé si seguirá contigo, aunque ojalá. Has sido testigo y colaborador de mi adultez. Has sido diferente, similar también. El cariño y como se siente el cariño, lo puedo recordar de otros lugares, de otras personas. El amor, así como éste que tu me has dado, también he tenido parecidos uno o dos tal vez, pero nada como el resto de ti.  Tu calma, tu paciencia, tu comprensión, tu persistencia. Nunca las había tenido antes.  Vo

Infancia

Estar con personas demasiado tiempo -sin importar la cantidad- a veces me abruma.  Mi "demasiado" a veces puede ser poco en realidad.  Me pregunto el origen de ello y recuerdo crecer en soledad, no en una mala soledad necesariamente, sino en la soledad acompañada de libros, música, lluvia, soles, muñecas y miradas al techo eternas, a veces hasta dormir. Recuerdo despertar siempre muy temprano. Temprano tipo a las 6 a.m. Nadie más estaba despierto a esa hora, sobre todo cuando estaba de vacaciones y me llevaban a pasar un tiempo con mis tíos o tías. A veces salía a la montañita de la casa a consentir a los perros o a los conejos; a veces intentaba entrarme a la casa del árbol aunque supiera que Jose la había dejado con llave; a veces tomaba algún cuento aburrido y lo leía y lo leía sin entender nada, mi mente siempre interrumpida por el hambre o por imágenes que las palabras vistas me hacían fantasear. Aprendí a hacerme el desayuno desde muy pequeña, porque ya incomodaba ir a