Ir al contenido principal

Premonición

Los pulmones llenos de alquitrán atrasado, entaponado;
La camisa empapada de sudor por la fiebre de anoche;
El frío de la madrugada que corta la piel con su hiel afilada;
Los ojos pegados a los párpados, los párpados pegados entre sí, pestañas entrelazadas o tal vez enredadas entre sí.
Retozo retazos de pulmón,
Me tengo que sentar para sacarlos;
Respiro de nuevo, ¡Respiro de nuevo!
Qué triunfo, la fiebre hizo lo suyo.

Sí es un cuentico de amor.

Soñé contigo, soñé que estaba en esa misma conferencia de ayer en la que hablamos sobre las nuevas masculinidades -por cierto, todos los discursos sobre el feminismo inclusivo que se me vinieron a la cabeza casi no me dejan dormir- de repente te encontraba entre el público, y aunque estaba al otro lado de la sala, de la nada estaba al frente tuyo, casi llorando, sintiendo en mi voz el reclamo, pero una extraña calma en la tuya, no se sentía como en los otros sueños en los que soy una sirviente a tus pies condescendientes, ahora que lo pienso tal vez era el mismísimo contexto de las masculinidades y el feminismo; eras otro, que con tanta calma en su voz respondía a mis reclamos con un simple: quería respetar tu decisión.
-Me vale mierda (cries in spanish) sabías muy bien que me debías decir ¡Lo sabías!. ¿Cuánto tiempo llevas aquí? ¿Qué haces aquí?
Un par de días, vine con el profesor Arturo (el panelista invitado de México, probable culpable de que este sueño haya llevado a ti, porque todo lo que es con México, a mi percepción, es contigo)
Pronto tus poderes empezaron a surtir el efecto de siempre en mi, y sólo con mirarte entendí que tenías razón, y que igual nada importaba porque aunque habías evitado decirme que estabas acá, allí estábamos tu y yo, una vez más, compartiendo en el mismo espacio el encuentro milagroso que es tenernos el uno al otro, mirándonos con el mismo brillo en los ojos, amándonos con saber que existimos, deseándonos hasta los huesos, hasta las puntas de los pelos de los dedos de los pies, todo en el mismo lugar.
Te abracé como cuando abrazaba a mi papá de pequeña cuando lo veía por primera vez después de mucho tiempo, seguramente con la misma necesidad. Entre lágrimas que al principio eran tristeza, me empecé a reír de todo, de mi, de ti, del tiempo y qué loco el tiempo, y el espacio y qué loco el espacio, y el azar y qué loco su andar, y de la gente que al rededor nos miraba extrañada porque no sabía, y encantados todos los otros que sí sabían, y de ti, y de mi, juntos, y de que todo fuera real, y en ultimas, de pura y física y entera felicidad.
Te beso, me besas y ahí me despierta la tos.

Celebro que la fiebre ha hecho lo suyo y que la gripe se empieza a ir,
Quiero saber que hora es para ver si alcanzo a soñar otras cosas,
Busco mi teléfono entre las cobijas y veo que son las 2 en punto de la mañana,
Veo que hay mensajes sin leer,
Quiero dormir pero quiero saber qué me han dicho,
Tú y yo no hablamos hace casi dos meses, desde que te dije que ya no podía seguir romantizando la idea de estar juntos, o de si quiera verte porque simplemente no va a pasar, no en el presente continuo, menos en el presente instante
Y ahí estás,
Eres el primer mensaje en la cola,
Me escribiste hace 42 minutos:
-Pues con la noticia de que viajo a Bogotá el 7 de Septiembre
Veintiocho (28) minutos después de leer ese mensaje veintiocho (28) veces o más, parándome y sentándome, segura de que no seguía dormida, te pude responder:
-Tú y yo definitivamente... me he contenido las ganas de hablarte últimamente. Me dejas fría. Estoy enferma y me acabo de despertar de un sueño en el que estas acá por unos días pero no me cuentas y me pongo muy triste cuando casualmente nos encontramos, me dices que querías respetar mi decisión, te digo que me vale mierda, que los dos sabíamos muy bien que debías avisarme, pero que igual no importaba porque el destino nos unía solito y te abrazaba y te besaba.
Acá te espero, con la vulva y el corazón (amarillo) abiertos <3.


Edit: Junio 5 de 2020: Nunca fue "definitivamente" siempre "indefinidamente".






Comentarios

Entradas populares de este blog

Venceremos

Me siento inmune, lo soy. Al virus, al sufrimiento, al paro.  No paro de pensar en él. Es tal vez de las pocas cosas para las que no estoy dormida, inocua, débil.  Me sobran las ganas de estar con él, de saber de él, de verlo bien. Feliz, chistoso, seguro, él. Él, que a 5 horas de conocernos me dijo que no sabía porqué, pero de repente quería verme mucho, y tal vez que ya nunca me fuera de su lado. Él que aún cuando intento escribir con ira sobre todas las otras cosas que suceden además de él, siempre es la primera o la última frase, cualquiera de las dos de vital importancia. Me siento dormida, llevada, traída.  Hoy estaba en la marcha feminista. Una niña de 17 años se suicidó luego de haber sido violada por 4 policías en una estación. Ni siquiera eso me duele. No me duele porque sé que seguramente eso fue lo mejor que pudo hacer. Porque sé que estar allí es vivir una película de terror eterna. Nunca se borra. A veces la pasas más rápido, a veces más lento. A veces duele mucho, a vece

Adán

 Hace rato no vengo aquí, o no lo recuerdo, como ultimamente. Cada vez que vengo hago una releída de cosas. A veces me sorprendo, a veces me decepciono. Hoy me doy cuenta que me gusta mucho escribir sobre dolor, a veces alegría o esperanza. No sé si sobre ti.  Me encanta hablar de primeras veces. Hacer las sensaciones y las emociones especiales "nunca había sentido esto". Y sí, cada una es especial a su manera, pero esta vez, muy como el objetivo de lo que vengo a decir pero con mi marca de especialidad: eres la primera vez.  Eres el principio de algo que no sé si seguirá contigo, aunque ojalá. Has sido testigo y colaborador de mi adultez. Has sido diferente, similar también. El cariño y como se siente el cariño, lo puedo recordar de otros lugares, de otras personas. El amor, así como éste que tu me has dado, también he tenido parecidos uno o dos tal vez, pero nada como el resto de ti.  Tu calma, tu paciencia, tu comprensión, tu persistencia. Nunca las había tenido antes.  Vo

Infancia

Estar con personas demasiado tiempo -sin importar la cantidad- a veces me abruma.  Mi "demasiado" a veces puede ser poco en realidad.  Me pregunto el origen de ello y recuerdo crecer en soledad, no en una mala soledad necesariamente, sino en la soledad acompañada de libros, música, lluvia, soles, muñecas y miradas al techo eternas, a veces hasta dormir. Recuerdo despertar siempre muy temprano. Temprano tipo a las 6 a.m. Nadie más estaba despierto a esa hora, sobre todo cuando estaba de vacaciones y me llevaban a pasar un tiempo con mis tíos o tías. A veces salía a la montañita de la casa a consentir a los perros o a los conejos; a veces intentaba entrarme a la casa del árbol aunque supiera que Jose la había dejado con llave; a veces tomaba algún cuento aburrido y lo leía y lo leía sin entender nada, mi mente siempre interrumpida por el hambre o por imágenes que las palabras vistas me hacían fantasear. Aprendí a hacerme el desayuno desde muy pequeña, porque ya incomodaba ir a