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Atravesar

Sentimientos revueltos, vida, muerte. Ser una y ahora sentirme como otra. 

Qué soy exactamente? Si no eso que hago, que me hace. 

Hace unos meses rebuscaba en ti las respuestas para todo lo que era y todo lo que me faltaba. 

De repente ya no tengo objeción alguna. 

De nuevo la perspectiva; la visión alejada de esa que fui hace tan solo una manotada de días. 

De repente te quiero sin excusas, sin preguntas, sin exigencias. De repente te quiero sin dudarlo, porque tú no lo dudas. Tú no dudas en estar, simplemente estás, así me siento, por fin. 

De repente mi abuelita tiene cáncer y todo lo malo que pueda existir en el mundo deja de importar. Mi cuerpo imperfecto, mi falta de motivación, tus formas, el desencuentro, la insatisfacción. 

De repente no la llamo porque despedirme de ella siempre es difícil, y de repente me temo que algún día la voy a querer llamar, pero ella ya no va a estar, y entonces el miedo, mi inútil y efímero miedo no habrá servido para más que para arrepentirme después. Está, para advertirme que lo que viene es doloroso, pero igual se va, igual me permite vivir la vida sin cuestionarme más allá de lo que no hago. Solo me abruma, solo me paraliza, luego me adormece para que sea yo también como él: miedosa, inútil, efímera. Porque si voy a dejar de hacerlo todo por miedo, dejaré de estar ahí para todas las personas, porque estar es estar consciente de que en algún momento uno o el otro va a dejar de estar, pero no por eso dejamos de estar ahí, ahora. 

Adán, mi amor. A veces pareces tener miedo de muchas cosas, y aún así las haces. Estás y has estado aquí desde que te conocí, desde que te abrí la puerta, entraste y te quedaste, sin importar lo oscuros, o sucios, o abandonados que sean algunos de mis rincones. 

Estás y cuando estás me haces sentir que existo para estar, también. Para amar como realmente se debe amar a todas las personas. Sin preguntas, sin prejuicios, con miedo, pero estando. 

Aquí vamos; atravesando los momentos, 

estando, 

queriendo, 

amando. 

 

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