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Adán

 Hace rato no vengo aquí, o no lo recuerdo, como ultimamente.

Cada vez que vengo hago una releída de cosas. A veces me sorprendo, a veces me decepciono. Hoy me doy cuenta que me gusta mucho escribir sobre dolor, a veces alegría o esperanza. No sé si sobre ti. 

Me encanta hablar de primeras veces. Hacer las sensaciones y las emociones especiales "nunca había sentido esto". Y sí, cada una es especial a su manera, pero esta vez, muy como el objetivo de lo que vengo a decir pero con mi marca de especialidad: eres la primera vez. 

Eres el principio de algo que no sé si seguirá contigo, aunque ojalá. Has sido testigo y colaborador de mi adultez. Has sido diferente, similar también. El cariño y como se siente el cariño, lo puedo recordar de otros lugares, de otras personas. El amor, así como éste que tu me has dado, también he tenido parecidos uno o dos tal vez, pero nada como el resto de ti. 

Tu calma, tu paciencia, tu comprensión, tu persistencia. Nunca las había tenido antes. 

Voy cambiando y a medida que voy dejando atrás dolores y obsesiones y dramas, tú acompañas esta versión un poco más tranquila, más apacible, más lenta ante la vida. No significa que yo deje de vivir las emociones a flor de piel, pero sí significa que a nivel general las ondas ya no suben y bajan en picos tan extremos. Sí significa que desde que estoy contigo no imagino el final de nosotros porque me has hecho pensar, como nunca antes, que tal vez puedo cambiar para quedarnos juntos. Acomodarme, ser yo quien ceda. Tienes que saber que no lo consideraría si no encontrase tus virtudes como un tesoro difícil de encontrar.

Al final sí, mucho de esto trata sobre lo que me das, pero es que qué más pueden ser las relaciones, sino eso que damos y que nos dan. Tú me das mucho y yo a veces no lo veo, o lo doy por sentado -perdón por eso. Yo te veo defectos constantemente, mientras tú te concentras en todo lo bueno y me devuelves los pies a la tierra, con tanto amor, con tanta ternura, con tanta compasión. Con todo lo que no entendía que me había faltado, con todo lo que pedía pero parecía tan lejano que no supe reconocer cuando lo empecé a recibir de ti. 

Te adoro, así, de que cuando veo tu alma me inclino ante tu pureza grande y tu luz brillante y certera. 

Te amo, lento, callado, aún con desconfianza, pero aquí, quieta, con las ideas lejos y los momentos presentes. 

Gracias, gracias, gracias!

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