Me he despertado llorando. Digo que siempre que quiero a alguien, lo sé porque pienso por primera vez en su muerte.
Has estado allí. Ultimamente dices entender la muerte como vida. Dices que tu vida es tu cuerpo y tu alma es tu muerte. De verdad lo crees? Será que los hombres están hechos para llevar a la muerte, y las mujeres para llevar a la vida?. Nos vemos, nos han hecho imagen, nos buscan, nos tocan, comprueban la belleza de nuestra existencia tentadora al pecado. Tal vez la vida en los cuerpos es el pecado, tal vez la carne lo es. Tal vez los monjes y las monjas se consagran a una vida sin la carne humana porque la belleza y el placer de ella nos lleva a consumir y conquistar y conocer. Nos aleja de nosotros, porque nosotros es algo casi inexistente. No se ve, o al menos no con estos ojos del cuerpo. Se ve con la energía, con el tacto, con el corazón.
Y entonces, si ya estuviste allí, por qué lloras? Si sabes que estarán vivas aún después de tu sueño, por qué lloras? Tu experiencia humana te enceguece a la realidad imperante y certera de que nada se acaba. Piensas no poder volver a sentirlas solo porque no las volverás a ver. NO TEMAS. Deja que se vayan de los cuerpos. Deja que se expandan en el cosmos. Que su ser abarque el todo sin envases, sin medidas, sin hombres ni cuerpos. Libres, divinas y expansivas. Que morir sea sinónimo de vida, y que la vida sea sinónimo exacto y perfecto de la muerte. Decir "ESTOY MUERTA". Estoy muerta, porque estoy viva: vivo porque morí, y viviré cuando muera.
Releo y entonces me pienso de nuevo, que aunque ya estuve allí, la muerte sí me aterra, pero no exactamente por eso que dejé de ver, más bien por lo que vi. Me aterra, como desde entonces me ha aterrado, todo lo que puedo hacer de poder vivir mi muerte. Me aterra mi conexión con todo ello que me aleja de mi cuerpo y mi materia. Me aterra el poder de todo lo que siento cuando sueño se mi alma incorpórea. Me aterra la energía sin la masa y a donde me puede llevar.
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