Lloro porque no entiendo por qué últimamente sueño con ellas, las mujeres de mi vida: abuela, mamá, hermana. Estoy lejos y me hacen falta. Me pienso sus muertes, me aterram, me acechan, lágrimas escurren mientras escribo. Anoche me fui triste y feliz a la cama. Había llorado porque extrañaba a mis gatos, sobre todo a mis gatas, mis niñas, mis mujeres. Ahora que escribo lo entiendo y pienso: mis lunas, mis guías, las tengo lejos y las extraño, mi fuerza se alimenta de ellas también y cuando no están las busco entre mis sueños.
Cuando pensaba en todo esto, de repente recordé otro sueño de la noche.
Haber sido vieja, como el tiempo y el espacio, o tal vez joven en ellos. Me sumergía entre olas de mantos de estrellas, y daba vueltas entre universos y dimensiones. La tela estelar se expandía a mi forma acuoda y la nada me abrazaba conteniendo mi existencia. Fui tiempo y espacio y todo y nada, y allí el regocijo era profundo y completo. Fui una niña sabia, recorriendo su alma.
20 minutos después recuerdo también haber soñado con que en una autopista como la 100 en Bogotá empieza a nevar. Estoy con Juli M, otra de las mujeres de mi vida, y con ella cruzamos la avenida repleta de nieve. Yo quiero tomarle una foto y llamarla algo así como "la nieve gris", porque me parece horrible que la nieve esté sucia por los carros y de alguna forma la discrimino porque no es nieve europes sino colombiana.
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