El virus me carcome. La garganta, los pulmones, las tripas. Poco a poco pierdo las ganas de comer. A veces me dan exactamente lo que pido. Una receta mágica para dejar de comer tanto las semanas antes de irme a vivir a Portugal unos meses, el secreto perfecto para el cuerpo ideal. Los espejos se rompen en la casa cuando yo voy rompiendo etapas. Recuerdo cuando el espejo de cosmetiquera que me regaló Juanita se rompió. Me dije: esto se va a acabar pronto... y así fue.
No sé que me dice este espejo roto justo el día que por fin tengo el tiquete de avión en mis manos: ¿Mírate? ¿No te mires? ¿No te mires tanto? ¿Acaba los ciclos? ¿El ciclo se acabó?.
Había decidido no verme con César, en parte porque no tenía fecha de ida, y en parte porque ya no sentía la necesidad, y en parte porque la ultima conversación había sido rara y pensé que así sería vernos. Ya pasó la misma cantidad de tiempo de haber terminado y lo que nos duró el cuento. Justo cuando quiero acabar las cosas me dan la fecha y me pienso: le dije que le diría cuándo me iría. Ya no creo que importe en realidad, ni para él ni para mi, pero dije que lo haría, así que henos aquí.
El espejo se rompe y hay una explicación clara y lógica para ello. Lo que no me explico es el momento. ¿A veces mi energía es tan fuerte que simplemente las cosas se rompen? La historia me dice que sí. ¿Se acuerdan cuando le dije a mi papá que ya no era mi papá, y a la semana me rompí la pierna derecha?. ¿Se acuerdan que cuando le dije a mi mamá que iba a empezar a buscar casa, se rompió la muñeca izquierda el día que vi el primer apartamento? ¿Se acuerdan que mi gato se murió un mes antes que me fuera a Alemania?. Soy densa. Soy fuerte. Soy fuerza pura. Todo lugar en donde estuve queda en un vacío grisáseo que difumina la luz. Tarda en recuperarse, pero lo hace.
Las cosas se trancan cuando me aferro al pasado. Entre más hablaba con César, más trabas surgían para irme. Entre más pensaba en ellas, más trabas surgían para ver el amor de todas las personas nuevas o las que volvieron a mi. Cada vez que me pierdo y me encuentro, algo me grita con ansias que siga, que me deje, que confíe, que aquí vamos. Y aquí vamos. Una aventura más. Un momento más de gozosa incertidumbre. La anticipación irremediable a todo lo que vendrá sin yo saber, y la ansiedad callada de saber que todo esto en donde estoy, me tiene exactamente en donde quiere sin que yo sepa.
¡Que la vida siga por favor! Que me quede vida para vivirla toda, que me acuerde o que me olvide pero que la viva en toda su luz y toda su oscuridad. Gracias por un camino más en el camino.
Comentarios
Publicar un comentario