Ojalá algún día entiendas, que para ser nada hay que ser todo.
Estaba sentada en la esquina de la mesa, podía ver desde allí hacia la puerta del bar. Entraste. Y entraste, y nunca te fuiste. Las canciones me recuerdan a ti, pero solo al recuerdo. Hay días que siento ira, otros tristeza, otros nada, otros nostalgia, otros son normales, inclusive felices, tranquilos.
Menos mal nunca viajamos juntos, más allá de las palabras y los quince o veinte kilómetros entre La Calera y Bogotá. Menos mal nunca te llevé a mi lugar favorito, hace mucho no voy a mi lugar favorito. Menos mal nunca te canté mis canciones, ni tampoco las letras hechas con mis manos.
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