Ir al contenido principal

Soy todo lo que no soy

Volvía de estar con lo más cercano a familia que había tenido en los últimos seis meses después de haber decidido irme a vivir a Alemania. Veía una laguna gigante cerca de Ginebra, el sol brillaba y "Canta,
Que la vida aprieta, pero abraza
Al que con empeño alza sus alas en el viento
Y se echa a andar"

Mujeres que buscan sueños, que por pequeños que sean se van cumpliendo de a pocos. Doña Juana. Y Juanita que acababa de dejar. Recuerdo reprocharme y por fin llorar una lágrima por habernos tomado fotos de despedida y ponerme a decir que ya los extrañaba, cuando en realidad estaba feliz de irme, porque yo suelo ser de esas personas más bien insoportables que dicen amar su soledad pero en parte la verdad es que no pueden estar demasiado tiempo con alguien... hay una gran diferencia.

Me arrepentía de no haber podido estar más feliz a su lado. De no haber disfrutado cada cosa que vi. De no haberme salido de mi y lo que sentía que no sabía que era exactamente. Y así me pasó cuando me fui a Munich... pensaba en todas las veces que habría podido estar con mis amigas, con mis abuelos, haber viajado, haberme despegado un poco de lo que creía que era el amor. Tiendo a reprocharme no haber vivido cada momento presente que se me cruzó. Tendía a vivir insorprendida... aún un poco. Nada me llenaba de verdad, siempre me tenía en mi tristeza... tal vez el único momento donde era yo, era en la felicidad, no porque no sea bueno sentir el dolor y su pesadez, sino porque me era inevitable vivirlo sin remitirme al pasado, para volverlo además, mucho más dramático de lo que podría ser. Mientras tanto, en la felicidad, estaba allí. Todas las veces que vi ese atardecer caer de lejos sobre el río, todas las veces que bailé sin pensar en quién me veía, todas las veces que la luz de la luna me acobijó y me guió hacia mi casa mientras volvía caminando con mi aliento en medio del frío como marcapasos.

Hoy estoy aquí, preguntándome si voy muy rápido o muy lento, si de verdad estoy aquí. Reprochándome, de nuevo, por qué creer en el amor de lejos, y qué sería diferente esta vez, con cual de mis cartas mágicas lo voy a alejar... y cuánto dolerá, si ya duele.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Me fui para volver

Me fui... pensando que nunca volvería, pero al mismo tiempo pensando en que precisamente por pensar así, volvería, y así fue. Tenía 21 años cuando decidí irme a vivir a Múnich, Alemania como Au Pair. Llevaba años queriendo hacerlo pero mis planes allá no eran muy claros, inicialmente quise viajar por el mundo aprendiendo idiomas y cuidando niños, lo cual en  su momento de verdad me gustaba mucho, pero en mi imaginario de lo que tenía que hacer para lograr alcanzar eso, pensaba que necesitaba antes que nada: mucho dinero. Me concentré en trabajar y ahorrar para poder pagar una agencia que me guiara en el proceso y me contactara con quienes serían me familia de acogida. Hacer eso me tomó más tiempo del que esperaba y cuando por fin logré pagar una agencia, me estafaron; pagué al rededor de 1200 dólares para hacer todo el proceso, el cual incluía cursos de alemán básico para pasar el examen que se necesita para la visa, todo para que después de 6 meses dijeran que mi contrato se hab...

Los otros

Iba de camino para el centro. Por primera vez en cinco meses me acercaba a aquella zona ajena a mi comodidad que he de decir que no es mi zona, nunca lo ha sido. No he tenido que estudiar por allí, ni hacer vueltas por ahí, y tal vez la única cosa que me ha traído gustosa a visitarla, es ir a la cinemateca a ver películas; a veces sola, a veces acompañada, pero siempre con un pedazo de vacío en el estómago después de terminar la realidad corta que he acabado de vivir... el mundo que nunca fue. Mis amigas y mi hermana estudiaban allá, inclusive cuando era mi cumpleaños me iba allí a verlas celebrarme... siempre incómoda, siempre intranquila. El centro es un lugar mágico para muchas personas, y yo no lo puedo negar, pero su magia surte los efectos de una magia más bien negra sobre mi. Los pasados que solo recuerdan los lugares, las pisadas eternas que invocan el hedor de la muerte, que muestran en la belleza de las casas que así como todo empezó algún día en algún chorro de Quevedo, así ...

Venceremos

Me siento inmune, lo soy. Al virus, al sufrimiento, al paro.  No paro de pensar en él. Es tal vez de las pocas cosas para las que no estoy dormida, inocua, débil.  Me sobran las ganas de estar con él, de saber de él, de verlo bien. Feliz, chistoso, seguro, él. Él, que a 5 horas de conocernos me dijo que no sabía porqué, pero de repente quería verme mucho, y tal vez que ya nunca me fuera de su lado. Él que aún cuando intento escribir con ira sobre todas las otras cosas que suceden además de él, siempre es la primera o la última frase, cualquiera de las dos de vital importancia. Me siento dormida, llevada, traída.  Hoy estaba en la marcha feminista. Una niña de 17 años se suicidó luego de haber sido violada por 4 policías en una estación. Ni siquiera eso me duele. No me duele porque sé que seguramente eso fue lo mejor que pudo hacer. Porque sé que estar allí es vivir una película de terror eterna. Nunca se borra. A veces la pasas más rápido, a veces más lento. A veces duele...