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In-significante

A veces hay heridas que no se hacen en la misma cicatriz, pero duelen en el mismo lugar, o en el mismo recuerdo. Mejor dicho, en el mismo cajón que recorre la luz al buscar entre neuronas una sensación parecida a la del momento presente, todo para hacerla menos dolorosa, aunque a veces termine siéndolo más.

Este fue el momento que quise evitar. Era aquí a donde no quería llegar. Esta vez no trata tanto sobre mi libertad, aunque tal vez sí, al fin y al cabo todo lo que soy es una extensión de mi capacidad, y en últimas de mi posibilidad de ser libre.

Este es mi mayor temor. Entregarle a alguien el poder de comprobar mi existencia, y en mi existencia mi moralidad, y en ella mi apariencia, y mi estética, mi opinión, mi presencia. No quiero vivir para nadie, a veces ni siquiera para mi. Me aterra pensar que siempre lo más fácil es evitar la vida, sortearla con una desaparición repentina y perderse por siempre sin dejar rastro.

No quiero volver a rendirme solo porque no soy lo que creo que debería ser, para mí o para nadie. No quiero ser nada para nadie. No quiero los nombres que no puedo llenar, ni las expectativas que no puedo cumplir. No quiero caber en las palabras ni en las voces, a veces tampoco en los recuerdos. Quisiera ser efímera entre los andares del mundo, para no tener que significar nada, para no ser un signo, para no hacer esperar, para no decepcionar. Quisiera irme y nunca haber estado, para nunca faltar.


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