Hombre para la muerte, mujer para la vida.
Será el hombre quien con la guerra por proteger a la tierra, mate a los hijos de la mama, de la tierra. Celoso, posesivo, violento. Uno somos todo, todo es uno.
El Edipo es Dios: el padre inexistente que jamás podrá ser reemplazado por José. La muerte es el paso a la vida con el padre; nacer, es el paso a la vida con la madre. De nuevo, cuando se nace se muere, por un segundo.
Fui y volví. Y ya después de haber vivido con el padre nunca más me sentí sola, nunca más me faltó papá para decirme que algún día moriría y solo allí nos encontraríamos de nuevo. Y la ira hacia mi madre me mantuvo viva hasta que dejé de ser solo hija. Cuando fui Camila nací, de nuevo, porque ya la sombra certera de todo aquello que se espera con desesperanza no existe... o existe solo en mi cabeza, es otro Edipo, uno que llevo puesto porque sí, pero que también me quito cuando y si me da la gana.
Y desde entonces, mi piel es más gruesa, mis ojos llevan el brillo y el mapa para ver al padre y mi voz canta con colores que no se pueden ver.
Siempre lo dijeron, que cada una de las cosas pasaba para poder llegar allí, y de repente cada pieza toma forma, y las formas se deforman entre sí, aplacando de manera perfecta todo ello que no tiene ni principio ni fin.
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