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Falsa noción de existencia

Cuando de ego se trata.
Cuando de ego se trata, me regocijo atenuada ante los "estás flaca".
Cuando de ego se trata, me retuerzo entre los versos de mi propia creación.
Cuando de ego se trata, me acuerdo o me invento los "te amo", los "eres tú", los "sólo tú".
Cuando de ego me lleno, solo basta con mirar al rededor de mi salón de clase y sentir, y saber que todo lo entiendo, que soy capaz, que la gente se calla cuando yo hablo.
Cuando mi ego me ataca, es cuando más irreverente se pone (o me pongo). Soy yo, aún encarnada en la perfecta ilusión de realidad en la que mis sentidos asientan (o dan sentido) lógicamente todo aquello que por mi vida transcurre, inclusive son capaces de recordar, o de cambiar los recuerdos.

Qué vano es el ego, qué fuerte también. Una autopercepción de la percepción. Yo sentada una tarde en la tarde mirando mis fotos.
Qué irónico él que siempre en la tristeza me trae alegría y siempre en la alegría me recuerda la tristeza; qué cínico más bien... cínico, exactamente. Es un cinocéfalo detrás del espejo, dándome forma de humano, recordándome que no hace mucho era un simple animal.

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