Ir al contenido principal

Somos

Auto recordatorio de que soy, porque somos. 

Hoy me permito guardar en el archivo fotográfico la memoria de los nombres de quienes me han sostenido.

Las celebraciones a la vida implican, por defecto y aunque nos falte consciencia de ello, celebrar que no estamos muertos. Agradecer y agradecer en conjunto con quienes nos rodean, que su presencia confirma de alguna forma nuestra existencia, no sólo porque nos han visto atravesar la vida durante el tiempo pasado, sino porque muchas de sus partes las han tenido que vivir con nosotros, unos más de cerca, otros más de lejos, al tiempo que viven su propia vida. 

Cuando mis amigos se casaron fui testigo; de su compromiso, de su vida. 

Celebrar mi cumpleaños es traer a todos mis testigos a reír, bailar y cantar, porque aunque en los últimos días no sentí la necesidad de celebrar, o no tuve las ganas, o tuve miedo, o simplemente mucha tristeza; ellos pudieron confirmar más allá de mi experiencia, que sigo viva. Que a pesar de haber pasado tal vez el año más duro de mi vida, yo seguí. Seguí, a mi tiempo, en mis formas; fui feliz y triste; y descubrí en el duelo de celebrar la muerte de mis personas favoritas, emociones nuevas, formas de amar nuevas, energía, fuerza y debilidad de lugares desconocidos de mi cuerpo y mi alma. Me conocí. Más, a fondo, de largo y ancho y alto. Sentí y hablé y lloré y reí, y ellos, todos, fueron testigos de mis cambios. Escucharon, callaron, dijeron, rieron, lloraron, conmigo, por mi, para mi. 

Mi vida fue en sus vidas, y por eso sigo viva. Nunca estuve sola aún cuando quise. Y cada pequeño acto de cuidado me sostuvo y me hizo sentir amada y valiosa. Digna y pertinente, a un lugar, a una lengua, a unos rituales y a unas personas. Pertenecí, y entonces, viví.

Pertenezco, y entonces, vivo, y Soy, porque Somos.

¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Venceremos

Me siento inmune, lo soy. Al virus, al sufrimiento, al paro.  No paro de pensar en él. Es tal vez de las pocas cosas para las que no estoy dormida, inocua, débil.  Me sobran las ganas de estar con él, de saber de él, de verlo bien. Feliz, chistoso, seguro, él. Él, que a 5 horas de conocernos me dijo que no sabía porqué, pero de repente quería verme mucho, y tal vez que ya nunca me fuera de su lado. Él que aún cuando intento escribir con ira sobre todas las otras cosas que suceden además de él, siempre es la primera o la última frase, cualquiera de las dos de vital importancia. Me siento dormida, llevada, traída.  Hoy estaba en la marcha feminista. Una niña de 17 años se suicidó luego de haber sido violada por 4 policías en una estación. Ni siquiera eso me duele. No me duele porque sé que seguramente eso fue lo mejor que pudo hacer. Porque sé que estar allí es vivir una película de terror eterna. Nunca se borra. A veces la pasas más rápido, a veces más lento. A veces duele...

Cami, ternura.

La gente me conoce y en algún momento empieza a decir que soy muy tierna. Siempre me sorprendo porque yo no me siento así. No me levanto todos los días y pienso en lo tierna que soy, lo suave, lo dulce. No me veo al espejo y pienso, qué tierna. No.  Cuando yo me miro a un espejo veo belleza, veo fuerza, intensidad, a veces cansancio, a veces tristeza, a veces fealdad. Veo muchas cosas, pero nunca ternura. Estos días que vengo recordando cosas de mi infancia pienso en quién era de pequeña, qué sentía, qué pensaba, cómo veía el mundo. Lo que recuerdo me produce mucha ternura, de mí, de esa niña que pensaba con pureza que todas las personas eran buenas, que todo lo que había para ella era amor. Quién eras Cami? Qué hicieron de ti, contigo? La recuerdo y quisiera sentirme como ella. Aparentemente ya lo soy, en apariencias solo, en lo que las personas ven de mi.  Esto empezaba con ira, pero la ira es una emoción secundaria a la tristeza. Así que ahora que la veo más a fondo, veo tr...

Me fui para volver

Me fui... pensando que nunca volvería, pero al mismo tiempo pensando en que precisamente por pensar así, volvería, y así fue. Tenía 21 años cuando decidí irme a vivir a Múnich, Alemania como Au Pair. Llevaba años queriendo hacerlo pero mis planes allá no eran muy claros, inicialmente quise viajar por el mundo aprendiendo idiomas y cuidando niños, lo cual en  su momento de verdad me gustaba mucho, pero en mi imaginario de lo que tenía que hacer para lograr alcanzar eso, pensaba que necesitaba antes que nada: mucho dinero. Me concentré en trabajar y ahorrar para poder pagar una agencia que me guiara en el proceso y me contactara con quienes serían me familia de acogida. Hacer eso me tomó más tiempo del que esperaba y cuando por fin logré pagar una agencia, me estafaron; pagué al rededor de 1200 dólares para hacer todo el proceso, el cual incluía cursos de alemán básico para pasar el examen que se necesita para la visa, todo para que después de 6 meses dijeran que mi contrato se hab...