Nunca hemos sido amigos, tú y yo.
Te lo dije muchas veces cuando empezamos a salir. Tú y yo no hemos sido amigos en realidad.
Hubo mucha tensión entre nosotros desde el principio, inclusive cuando no era la intención,
Vengo a contarte esto porque por mi cabeza a veces pasa una y otra vez esta pregunta: cuál es la diferencia entre las parejas y los amigos?
Por qué tengo esta necesidad insaciable de poner a prueba a todas estas personas que como tú, han sido mis parejas? Por qué me cuesta tanto confiar? Por qué otorgo tanto poder al mismo tiempo, si se supone que no confío?
Tal vez espero que la confianza de repente simplemente venga de sus palabras, de tus palabras.
Me dan celos en realidad, de los que sentiste con Susana, y con Débora, y con Ainhoa. Porque eran tus amigas. La intimidad de poder ser exactamente como eres, de no pensarte mucho a mi medida, es mutuo.
Quisiera dejar de pensarme, también, a tu medida. Quisiera poder ser más yo, volver a ser más yo. Quisiera conocerte más en eso que haces y que te gusta, y que compartes con ilusión; quisiera escucharte más. Quisiera que hubiera la confianza suficiente para que me digas que alguien te gustó en cualquier lugar, y que nuestra confianza sea tanta que no nos importa, porque sabemos con certeza que eso no trascendería.
Me gustaría ser tu amiga, para dejar de encontrarte un sentido en mi vida, y sólo aceptarte como vienes, sin objetivos, sin miedo al fracaso, sin calificaciones.
De manera desinteresada me gustaría conocerte para entenderte de corazón, lejos de mis necesidades. Verte profundo y válido, no para mi, para que estés bien para mi, sino para ti.
De manera narcisista me gustaría ser tu amiga, a veces sólo eso; tal vez para que la imposibilidad de tener sexo te haga brotar las ganas, y de repente quieras todo conmigo, y sientas que explotas en llamas, y que actúas irreconocible hasta para ti.
Al final, ambos hemos tenido sexo con amigos, y habrán podido ser parejas o no, pero creo que la mayor diferencia entre el romance y la amistad, es esta idea pomposa y tal vez irreal de que el amor de las parejas se siente perfecto, luce perfecto. Tal vez eso no indique nada, tal vez no hay nadie perfecto, nadie es perfecto.
Lo que sí hay es amistad, confianza, intimidad, privacidad. El conocimiento suficiente del otro como para saberse cada paso de antemano, como para perdonarse de verdad, como para escucharse y sentirse sin tomarlo todo personal; como para aceptarse, tal y como se es. El amor genuino. El que no espera en realidad nada a cambio, el que está y cuida, no porque hay un nombre detrás ni porque así son las relaciones, sino porque así es y ya, no hay que pensarlo.
Quiero dejar de pensar en ti por mi, y quererte simplemente como eres, digno, atractivo, tímido, gracioso, sarcástico, generoso, mimador, complaciente, atento, colaborador, tranquilo, callado, suave, tierno, frágil, amable, iracundo por las causas correctas, pasivo, paciente, respetuoso, empático, dulce, comprensivo, inteligente, dispuesto, adorable, fuerte, irremediablemente fuerte como un roble ante lo que la vida exige.
Eres de otro mundo, sí, porque a veces no te entiendo, pero para mi, más que todo, en la extrañeza de que me has querido entender en todo y has sido incondicional para mi desde que nos conocemos, y a veces no lo veo y te doy por sentado, lo doy todo por sentado porque estoy muy absorta en mi, me abrumo con mis pensamientos y mi soledad poco estimulante. Eres de otro mundo que no me había atrevido a conocer tal vez nunca, que he juzgado de aburrido, de frío, de insulso. Somos de otros mundos y aunque hablamos la misma lengua, la entendemos diferente, nuestros cuerpos hablan diferente, nuestras experiencias nos han hecho diferentes, y aún así pensamos parecido para muchas cosas.
Aún siendo de otros mundos, aquí vinimos a dar. A estar juntos, A hacernos bien.
Gracias por cada momento que me has permitido compartir este año contigo. Perdóname por no aceptarte como eres, por juzgarte, por idealizarte, por cargarte con mis problemas o mis faltas. Gracias por llevarme con tu incomparable calma, y darme tu amor, tu tiempo y tu vida, aún cuando yo te lo pongo difícil. Gracias por haberme escogido (o a eso que te produzco) por encima de tus planes y haberte quedado. Gracias por haber creído en mi, en nosotros. Gracias por permanecer, por difícil que me sea creerlo a veces.
"A tu lado no hay reivindicación".
Comentarios
Publicar un comentario