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Eres

Dónde estoy?

Tengo que pensar en dónde estoy para intentar cuestionarme desde la racionalidad que invoca el presente. 

Quién soy? Qué hago?

Qué soy?

El horóscopo dice que soy aries, luna en piscis, ascendente leo. Maria dice que soy mucho más y nada más. Yo a veces no sé quién soy. 

No soy lo que hago, no soy lo que digo.

No soy gato, ni mosca, ni niña. Quién soy. Qué soy.

Sé cosas que quisiera ser, pero entonces sería eso, cosas. Y sé que no soy cosas.

Vuelvo a la pregunta del inicio: dónde estoy?

Estoy sentada en una silla dentro de la oficina del trabajo que en el quinto piso del edificio de Vodafone, en Parque das Nacoes, Lisboa, Portugal, Europa, Planeta Tierra, me contiene. Olvidé nombrar que quien está sentada en la silla soy yo, o mi cuerpo. Soy mi cuerpo, tal vez. No puedo ser yo pues, sin una referencia de lugar. 

Qué hago?

Escucho "música milagrosa para sanar y superar el pasado". Escribo esto, eso hago. Escucho los murmullos de mis compañeros de trabajo que trabajan, y el silencio y los clicks de los que trabajan o fingen trabajar. 

Pienso, tengo las piernas cruzadas a pesar que estos días me ha dolido la rodilla. Veo. La luz, el azul del ríomar reflejado en el cielo, el cielo de primavera, el sol con su viento que no calienta lo suficiente como para empezarse a quejar. Veo, oigo, pienso, siento... mis dedos tecleando con lentitud y rapidez a la vez. Tengo mucho que decir, siempre. Porque siempre siento mucho. Con los sentimientos, con el cuerpo, con el alma. 

Estoy aquí, en este espacio cibernético, porque no pude terminar de escribir la carta de cumpleaños para Isis. Los pensamientos de todo lo otro que vengo cargando me distraen de sentir el hambre que mi estómago y sus ruidos no disfrazan. Me distraigo, constantemente, queriendo ser una persona que no soy. Quitandome responsabilidades, queriendo ser libre al mismo tiempo, aunque se supone que ya a prendí, que la libertad es la responsabilidad consciente. Y entonces? porque me cuesta tanto? 

Paro un momento para soñar despierta con el final, con el miedo. Con el momento en que este impulso de ira me consuma y me haga dejarle. Quién eres? -No soy la ira. Pero la siento, con él, conmigo, con ella, con ellos, con ellas, con todos. Lo veo apacible, tierno, tranquilo, amoroso, a mi por mi. Pero no lo siento. Me llené de todas las otras cosas que me hace sentir y ya no encuentro de dónde me agarré para amarle. 

Quién eres?

Eres una niña traumada, dolida, furiosa, herida. Tienes miedo, pero eres valiente. Eres impaciente, pero eres constante. Te quieres morir cada vez que se te va la vida demasiado en pensar en quienes te han hecho daño, para hacertelo a ti misma. Te ves en ellos, y a la vez no te ves en nada. Quisieras volar, allí, sola, por encima de todo, sin que nadie te vea, sin que nadie te alcance. O correr como un caballo salvaje, salvaje, incomprendida, reconocida pero nunca entendida del todo. Quieres que vengan a conocerte pero hay una parte de ti que no quieres compartir con nadie. Qué es? Quién es? 

Soy una niña. El pasado ha creado buena parte de mi presente y ahora que quiero amar, el dolor de no sentirme suficiente para nadie me agobia y me impide creer que me aman aún cuando me lo dicen todo el tiempo. No lo creo. Me agarro de los errores pequeños y fáciles de perdonar para convencerme de que soy mi culpa, son mi culpa. Debo protegerme, debo alejarme, debo estar sola. Para qué estar con alguien si compartirme es abrirme al dolor, constante, frío, de sentir que sin importar quién sea, no soy nada. Soy esa imagen del espejo que se observa contantemente sin saber qué ve. Soy la niña del vestido amarillo con flores que quisiera vivir para siempre feliz. Soy la abandonada, la negada, la humillada, la odiada. Soy la que sabe que fue feliz y lo sigue siendo, y en los momentos de drama olvida que también fue amada, y apoyada, y atendida, y escuchada, y valorada. 

Acuérdate, acuérdate, recuerda. Que las águilas vuelan buscando el sol, y los caballos nunca corren solos. Que eres el corazón amarillo de un caballo alado. 

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