Vamos a celebrar el cumpleaños de Juli, o de alguna más. Las RR y yo seguimos peleadas. Las cosas son raras, de repente es una farra de ellas y yo hablo con sus amigas pero no se que hago ahí.
Dos versiones de un mismo sueño: en otro mundo donde no estamos peleadas, o en el mismo donde yo puedo cambiar la realidad, nos vamos de viaje Juli, Gaby, Juani y yo y un chico español que inicialmente pensaba que era novio de Juani pero luego es el novio de Juli. Vamos en un carro viejo y vamos hablando de lugares bonitos cuando uno va en carretera, nosotros queremos ir cerca a Cundinamarca, creo que a donde Sue, creo estar recordando el sueño anterior.
Yo digo que un lugar que acabamos de pasar, es en realidad muy feo, solo parece una estación de gasolina. El novio de Juli señala que aquél otro lugar al otro lado de la carretera es más lindo y que además sorprendentemente hace parte de Venezuela. El lugar es un pastal encercado donde al parecer hay un restaurante. Yo no entiendo como ese puede ser un lugar que es parte de Venezuela pero simplemente lo acepto.
De repente un novillo de Cebú de colo arcilla rojizo sale de allí corriendo hacia nosotros. Una niña lo está montando y lo hace bien, pero el parece empecinado con torearnos, nos asustamos, tratamos de esquivarlo mientras Juli maneja por las curvas de la carretera y en eso terminamos en el carril contrario. El novillo nos sobrepasa con su jinetita, quien ahora que transcribo el sueño 2-3 días después me pregunto si tal vez quien lo montaba era yo misma pero de niña. Ellos desaparecen entre las curvas subiendo la montaña, y podríamos chocar por estar en el carril contrario, pero es precisamente cuando Juli trata de volver a nuestro carril que de la nada aparece un camión gigante que se abre mucho en la curva y es un milagro que no nos choque de frente completamente.
Quedamos aterradas, frenadas por un momento en medio de la carretera y luego retomamos camino lentamente siguiendo un trancón. Yo pienso y pienso en el novillo rojizo. Me despierto con la alarma a pesar que ya estoy medio consciente y al despertar entiendo que ese novillo rojizo que venía supuestamente de Venezuela es Isis. Es una de mis muertes.
Cuando morí en esta vida, fue una vaca quién cambió el curso de mi camino. Me mató para poder vivir. Me despierto y tengo la certera sensación que si el novillo no nos hubiese perseguido habríamos estrellado con el camión y que ahora que lo pienso, las vacas son sagradas en la india y mi comida favorita es la india, y ella me tratan de decir algo.
Por estos días, si no fue ayer, me pensaba cómo serían las cosas si ellas y yo no nos hubiéramos peleado. Cómo me gustaría poder compartir estos momentos de mi vida con ellas.
Y el sueño, por más que lo quisiése controlar viendo las posibles versiones, o viendo el deseo, me manda a decir que este era el destino. Mis guías me hablan con claridad diciéndome que para evitar el salto al alma, era necesario poder morir de esta forma en mi cuerpo, en este momento. Algo me indica que hay sabiduría por encontrar en el hinduismo, tal vez.
Comentarios
Publicar un comentario