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Colores y yo

Atesorar los momentos. De ponerme límites a mi y a los demás. De sentirme cómoda en compañía y en soledad. De no hacer nada que no quiera. De escucharme. De amarme. De aceptarme humana, débil, con defectos. De aceptar lo que me puede hacer daño y no recibirlo, y sentir el dolor con cuidado y respeto. De no querer gustarle a todo el mundo y no carcomerme cuando no caigo bien.

Acordarme de que: ¿yo qué sé? ¿Yo que sé que piensan los otros, o sienten, o saben? -Por más buena que pueda ser mi intuición, no puedo convencerme de que eso que pienso que otros piensan es cierto. Cuidar y entender y proteger, solo es posible en libertad plena de cada ser. Solo es posible en respeto de la autonomía. Mi cuidado debe ser pedido, recíproco y respetado. Y así entiendo también el cuidado de los demás, con respeto y apreciación. Honro y dignifico a los demás y a mi misma en el respeto del espacio, la escucha y la paciencia, que no es sino el amor extendido en el tiempo. 

Hago con mis manos para plasmar eso que siento, eso que soy, esa revelación constante y declarada de cómo existo. Amarilla, amarilla, amarilla. En mi, para mi y para los demás. Amarilla mía y de mi. Que los colores puedan transformarse siempre que quieran que cuando fui verde, no era sino amarilla con un poco de azul tristeza, volátil, cambiante, expectante de la vida como viniera y a donde me fuera a llevar. Por un tiempo fui más azul que verde y/o amarilla, pero eventualmente volví a mi, me hicieron volver, me dieron amor sin esperar nada a cambio y volví a surgir como el magma dormido entre las rocas, explotando en el mar. 

Soy, para ser y para hacer. Mi energía se transforma constante en abundante expansión de la unión con quienes amo, y amo a todos quienes no tengo intención de odiar. Vuelo, con mi pajarito amarillo, me alimento y se alimenta de mi, y nuestro amor profundo y genuino brota de los ojos como ríos, como agua, como espejo de luz. Vuelo, porque ahora viene una montaña más grande, más desconocida y cada vez más cálida. Llegaré a su cima, pero no para conquistarle, y no para saber que puedo, sino para encontrar allí, otra parte de mi todo que ya existe, y que en esta vida decidí conocer de esta manera, en este momento, y en ese lugar.

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