Ir al contenido principal

No debería

Te quiero.

Te quiero pero no debería quererte.

No debería quererte porque hace un mes no me hablas, a duras penas me respondes. No debería quererte porque nunca leíste mis poemas, ni mis cartas, ni siquiera los que decían cosas que no tenían nada que ver contigo. Te parecían "muy cursis". Y bueno, yo no soy la que pone rimas o frases contundentes en el pie de foto. Pero tú sí, y también me enviabas citas "cursis" de autores anónimos, o autores que te gustan, y dices que te gusta leer, y muchas cosas de las que dices o haces, o de las que te gustan, me recuerdan a mi hermana, y cuando te dije eso dijiste que tal vez deberías salir con ella, y me reí como ignorándote, y tú insististe, y te ignoré otra vez, y tú insististe una tercera vez, y me heriste, y me dijiste que "qué chimba salir con alguien que se parece tanto a uno, con eso uno puede hacer siempre lo que se le da la gana"; y nunca lo vas a aceptar pero ahí me dijiste que estar conmigo era demasiado esfuerzo, cuando solo te pedía que fueras el de la primera vez. Y esa es otra razón por la cuál te quiero, pero ya no debería quererte. Fuiste tú por el primer mes de conocernos, y aún ahí encontrabas espacio para hacerme sentir mal. Recriminaste mi forma de vestir, decías que era muy débil, que no entendías por qué la gente iba a terapia, que no entendías por qué quería hacer cosas en otro lugar que no fuera tu casa, ignorabas cuando te hablaba con amor, a duras penas me podías mirar a la cara el día de mi cumpleaños, me hiciste sentir inútil, indeseada, usada, rechazada, ignorada. 

Aquí estaba yo, pensando que la culpa era mía, que si hubiera hecho las cosas bien al principio tal vez no habrías llegado hasta acá, hasta este punto hondo y triste en el que a duras penas me merezco una respuesta. En el que ya no sientes nada por mí pero te dejas convencer de que tal vez es el estrés y que si se pasa de pronto y me vuelves a querer, pero no es así. Tú estás tan aferrado como yo a esa primera vez. Y no sé que viste de mi esa noche pero seguramente ya sabes que no soy esa. Y sé lo que sentí de tí esa noche, y sigo queriéndolo, y sigo esperándolo, pero ya debería saber que ese no eres tú. Tal vez es tu alter ego, lo que serías si no vivieras este mundo de límites, si te hubiesen dejado ser el niño cariñoso que adoraba a su hermana. Tal vez habrías podido amar de verdad en vez de quedarte por compromiso o por miedo, o simplemente por no ser "el que se va", porque tú te quedas, y te quedas inclusive para torturar con tu presencia, para recordarte a ti y al mundo que tú no eres tu papá. Tal vez habrías podido entender y perdonar, y dedicar sin pena los poemas que te gustan, y tocar, y besar, y sentir, y reír sin remordimientos. Tal vez eso es lo único que te queda de mi, que te quise todo, sin pensarlo, sin razones, sin límites... tanto así que aquí voy, rebuzcando razones para no quererte, para ver si pasándolas al papel me puedo agarrar de las hojas y borrar en ellas todo lo que siento por tí, y dejar de sentirte a cada instante, y dejar de llorarte a ti y a tu falta de todo, y dejar de excusarte porque ya no estás. Sea por el motivo que sea, ya no estás. Ya no estás. No estás. Hace tiempo que no estás. No estabas inclusive antes de mi. Lo dijiste alguna vez "nada me importa, nada es lo suficientemente importante como para pensarlo mucho, yo solo voy por la vida dejándome llevar haciendo lo que aparece en el camino". 

Y ahí estás, eres un niño aún. Eres esclavo del mundo en el que te tocó vivir y te cuesta aceptar que por más mundo y por más traumas tu vida es tuya. Esta es tu forma de estar. Leve, inconcluso, herido, solo. Solo porque crees que no elegiste estar aquí, y que por ello el mundo te debe todo, hasta las ganas de vivir. Te tocó ser un adulto, como a todos, y no lo puedes creer. Te cuesta creer que para ser libre hay que ser responsable, que en realidad la responsabilidad es la libertad. Dejaste que ellos se hicieran responsables de tu tristeza, y no sabías que eso significaba también, tu felicidad. No sabías que echando culpas les regalas todo, les regalas tu libertad, te eximes de tu libertad. Te cuesta entender todo ello pero te lo crees tanto que ni siquiera cuando alguien te da la mano completa, te dejas levantar. Te aferras al suelo en que derramas tus lágrimas y hasta que no sean quienes las provocaron los que vayan a levantarte, no vas a pararte. Y no vas a reír, y a amar, y a dejar de sufrir. 

Tengo muy claro que nada de eso me corresponde, que mi lugar no es quedarme eternamente sentada a tu lado a sufrir, y si me he quedado es porque creí en lo que conocí de tí, en eso que decías que nunca habías podido ser por más que querías. Me he quedado pero ya no debería quedarme. Y te quiero pero ya no debería quererte, al menos no así. No voy a sobrepasar el punto de tu autonomía, aunque ya lo he hecho bastante. No me voy a exponer de nuevo a sentir que es mi culpa, o a condenarme a esperar, o a convencerme de que si resisto un poco más tú vas a volver a tí, y a mí. No es así. No sabemos, no sabemos si será o no. Ahora mismo no es así. No estás, y yo ya no quiero estar para saber si volverás.  

Todo este tiempo me pregunté si debía quedarme como para variar, y decidí que sí. Ahora me pregunto si debería ser la misma de siempre, la que se va cuando sabe que nada va a cambiar por el simple hecho de estar y amar y comprender. La que sabe que hay momentos que solo se pueden vivir solos, que tal vez lo mejor que puede hacer por las personas es faltarles, porque sabe que lo dio todo y que cuando se den cuenta que ya no está, solo ahí podrán decidir por si mismos qué hacer y cómo hacer para cambiar. Y tal vez no, tal vez esas personas seguirán siendo las mismas, y tal vez yo seguiré siendo la misma, crédula, ingenua, soñadora, idealista.

Sigo creyendo a pesar de todo, que algún día tendrás todo lo que quieres, que te permitirás ser feliz. Que tomarás tu vida como tuya para siempre y entonces nunca nadie te la podrá quitar, y entonces de verdad ya no harás nada que no quieras hacer. Serás libre y responsable de tí, de todo. Llorarás y reirás sin miedo a ser un ser vulnerable, sensible y tierno. El que también eres, el que se esconde, el que quisieras ser aunque sea a veces. 

Tal vez ya te habré hastiado de todos mis supuestos, tal vez te molestes porque algunos son ciertos. Tal vez te arrepientas y nunca vuelvas a querer nada que ver conmigo. Tal vez por pena o vergüenza ahorita o algún día vas a querer hablarme pero no lo harás, tal vez por odio también. Yo me voy a ir, hoy o en algún momento, y voy a guardar el recuerdo de la primera vez como la única, o la mejor, o al menos la más linda. Y voy a llorarte un buen rato, y a extrañarte uno más, porque no fuimos todo lo que pudimos ser, y aún con todo te quiero y te sigo queriendo querer. Te quiero, aunque no lo merezcas, o aunque así lo creas. Te quiero, aunque no me quieras. Te quiero, no para decir "te quieros", sino para sentirlos, para mirarte de todas las formas, para significarte como todo lo que eres y puedes ser. Te quiero aunque no debería, porque no debería. Te quiero tanto que ojalá te aprendas a querer así, como que creas que te lo mereces todo. Te conocí, y sentí que te merecía, y sentí que me merecías, y aunque siento que tu imagen de mi está plagada de cosas que no te gustan, yo me siento feliz de haberte conocido, de pasar y que pasaras. Y de que ya pasamos. Nada nos va a borrar, así no te guste recordar. Fuiste real y fui real, eso que sentimos, eso que la intuición nos dijo. Por una noche, por un día, por una semana o por un mes. Lo fuimos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Venceremos

Me siento inmune, lo soy. Al virus, al sufrimiento, al paro.  No paro de pensar en él. Es tal vez de las pocas cosas para las que no estoy dormida, inocua, débil.  Me sobran las ganas de estar con él, de saber de él, de verlo bien. Feliz, chistoso, seguro, él. Él, que a 5 horas de conocernos me dijo que no sabía porqué, pero de repente quería verme mucho, y tal vez que ya nunca me fuera de su lado. Él que aún cuando intento escribir con ira sobre todas las otras cosas que suceden además de él, siempre es la primera o la última frase, cualquiera de las dos de vital importancia. Me siento dormida, llevada, traída.  Hoy estaba en la marcha feminista. Una niña de 17 años se suicidó luego de haber sido violada por 4 policías en una estación. Ni siquiera eso me duele. No me duele porque sé que seguramente eso fue lo mejor que pudo hacer. Porque sé que estar allí es vivir una película de terror eterna. Nunca se borra. A veces la pasas más rápido, a veces más lento. A veces duele mucho, a vece

Adán

 Hace rato no vengo aquí, o no lo recuerdo, como ultimamente. Cada vez que vengo hago una releída de cosas. A veces me sorprendo, a veces me decepciono. Hoy me doy cuenta que me gusta mucho escribir sobre dolor, a veces alegría o esperanza. No sé si sobre ti.  Me encanta hablar de primeras veces. Hacer las sensaciones y las emociones especiales "nunca había sentido esto". Y sí, cada una es especial a su manera, pero esta vez, muy como el objetivo de lo que vengo a decir pero con mi marca de especialidad: eres la primera vez.  Eres el principio de algo que no sé si seguirá contigo, aunque ojalá. Has sido testigo y colaborador de mi adultez. Has sido diferente, similar también. El cariño y como se siente el cariño, lo puedo recordar de otros lugares, de otras personas. El amor, así como éste que tu me has dado, también he tenido parecidos uno o dos tal vez, pero nada como el resto de ti.  Tu calma, tu paciencia, tu comprensión, tu persistencia. Nunca las había tenido antes.  Vo

Infancia

Estar con personas demasiado tiempo -sin importar la cantidad- a veces me abruma.  Mi "demasiado" a veces puede ser poco en realidad.  Me pregunto el origen de ello y recuerdo crecer en soledad, no en una mala soledad necesariamente, sino en la soledad acompañada de libros, música, lluvia, soles, muñecas y miradas al techo eternas, a veces hasta dormir. Recuerdo despertar siempre muy temprano. Temprano tipo a las 6 a.m. Nadie más estaba despierto a esa hora, sobre todo cuando estaba de vacaciones y me llevaban a pasar un tiempo con mis tíos o tías. A veces salía a la montañita de la casa a consentir a los perros o a los conejos; a veces intentaba entrarme a la casa del árbol aunque supiera que Jose la había dejado con llave; a veces tomaba algún cuento aburrido y lo leía y lo leía sin entender nada, mi mente siempre interrumpida por el hambre o por imágenes que las palabras vistas me hacían fantasear. Aprendí a hacerme el desayuno desde muy pequeña, porque ya incomodaba ir a