Perdón porque he sido solitaria desde que nací. No sé como estar por mucho tiempo con alguien, sin embargo contigo quisiera estar todo el tiempo. No sé como no creer que todos los problemas son determinantes, sin embargo estoy aquí. No sé como dejar a un lado la profunda creencia de que todo lo que digo está bien, en sus tonos, en sus formas, en sus tiempos, sin embargo te he pedido perdón. No puedo hacer más que cagarla y mirar en retrospectiva a los momentos en que pude hacerlo mejor, y pedir perdón, porque no supe cómo y te herí. No sé cómo ser sino sincera, sin máscaras, sin sorpresas. Sólo puedo ser esta de hoy, que no era la misma de hace 5 o hace 10 años, y tampoco será la misma dentro de 5 o 10 años. Sólo puedo quererte profunda y visceralmente o no quererte, no tengo medios allí, no tengo equilibrio al decidir cuánto amo, solo puedo dártelo todo, o no darte nada. Amarte, como ser humano, no significará entonces que te querré menos, pero mis expresiones seguro se medirán mucho más. Me tendrás de seguro, en los momentos más difíciles, tendrás mi dinero, mi espacio y mi tiempo. Tal vez todo en menor medida, pero mi amor será el mismo, en la misma cantidad. Si ya no existe eso que desde el primer momento existió, me iré con dificultad, porque me dejé llevar hasta el fondo, me dejé sentir con irresponsabilidad, te mostré mi ira, mi tristeza y mi felicidad, todo demasiado pronto, todo demasiado vivo. Y así seguiré, viva. Si ya no estamos, viviré con el dolor de haberte perdido y de habernos saboteado por un tiempo, pero solo por un tiempo. Un día hará sol de nuevo en mi ventana, y me despertaré, y no serás lo primero que piense, ni lo sgundo, tal vez lo úlitmo. Otro día lloverá acá adentro y allí afuera, y seguramente será domingo, y seguramente lloveré yo también, y entonces botaré en un último cántaro de agua las memorias felices de la primera vez, y entonces, viviré, de nuevo. Viviré y con el tiempo volveré a ser yo y sentiré que todo el sol que te dí vuelve de a pocos a mi, seré mía, toda mía, y tú serás tuyo, siempre tuyo.
Me siento inmune, lo soy. Al virus, al sufrimiento, al paro. No paro de pensar en él. Es tal vez de las pocas cosas para las que no estoy dormida, inocua, débil. Me sobran las ganas de estar con él, de saber de él, de verlo bien. Feliz, chistoso, seguro, él. Él, que a 5 horas de conocernos me dijo que no sabía porqué, pero de repente quería verme mucho, y tal vez que ya nunca me fuera de su lado. Él que aún cuando intento escribir con ira sobre todas las otras cosas que suceden además de él, siempre es la primera o la última frase, cualquiera de las dos de vital importancia. Me siento dormida, llevada, traída. Hoy estaba en la marcha feminista. Una niña de 17 años se suicidó luego de haber sido violada por 4 policías en una estación. Ni siquiera eso me duele. No me duele porque sé que seguramente eso fue lo mejor que pudo hacer. Porque sé que estar allí es vivir una película de terror eterna. Nunca se borra. A veces la pasas más rápido, a veces más lento. A veces duele mucho, a vece
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