Ir al contenido principal

Soledades

1. Nací.

2. Vi la muerte. Recuerdo claro el atardecer posarse sobre las tumbas de cemento y hormigón. Las flores, la gente, el calor. Me puse brava con mi mamá porque no me dejó ir con mi papá. La vi irse como un fantasma en medio de la contraluz del sol y los arcos de la entrada al cementerio. Lloré y me fui a buscar a mi papá, y lo encontré haciendo lo que menos me esperaba. Alzaba un cajón con ayuda de otros hombres y lloraba, y lloraba, y lloraba. Me fui de allí aterrada y me perdí entre los recovecos y las lápidas, de repente el olor a muerte demarcaba el fin del atardecer y el inicio del azul culposo de la penumbra. De suerte algún adulto me encontró y me devolvió con mi mamá, pero nunca olvidaré que desde entonces entendí que parte de morir significa no volver.  

3. Estaba sola cuando desperté. Miré para arriba y vi la luz lenta del atardecer caer sobre la sombra del árbol que acobijaba mi cara. Estoy soñando, no es real, no puede ser real. La luz me adormece y caigo desgonzada entre su finura y su liviana calidez. El atardecer es mi color favorito. Allí morí y volví a nacer. Sentí su abrazo extenso y sin palabras supe con claridad que tenía que volver, que no era un sueño. Desperté de nuevo y el sol se desvanecía, la realidad se asomaba imponente sobre mi cara ya fría y el viento quitaba de mi piel la tierra seca y de mi cabello la hojarasca muerta. No estoy muerta. Hoy nací de nuevo. 

4. Me fui y no me quedé porque no quise. Nunca estuve realmente sola, pero sí me alejé de mi realidad. Me hundí en lo profundo de mi ser y una vez más volví a nacer. Sentí en la inmensidad de mi oscura oscuridad que la vida era otra cosa que la que sentía, porque no sentía. Fui infeliz para volver.

5. Es la época del virus. Tengo tantos límites, unos tan claros y otros tan difusos, que inclusive lo que habría parecido inevitable y que le pasa a todo el mundo, no me pasa a mi. Y me dicen que el amor nuestro es infinito y sin límites, excepto cuando trata de pasar por mis defensas. Y sonará tonto, pero es que me creo tan capaz de hacerlo todo sola, que hasta de la enfermedad me logré escabullir, quien sabe si para vivirla sola después, o simplemente para nunca sentirla. El hecho es que una vez más, acá estoy. Nunca me he ido.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Venceremos

Me siento inmune, lo soy. Al virus, al sufrimiento, al paro.  No paro de pensar en él. Es tal vez de las pocas cosas para las que no estoy dormida, inocua, débil.  Me sobran las ganas de estar con él, de saber de él, de verlo bien. Feliz, chistoso, seguro, él. Él, que a 5 horas de conocernos me dijo que no sabía porqué, pero de repente quería verme mucho, y tal vez que ya nunca me fuera de su lado. Él que aún cuando intento escribir con ira sobre todas las otras cosas que suceden además de él, siempre es la primera o la última frase, cualquiera de las dos de vital importancia. Me siento dormida, llevada, traída.  Hoy estaba en la marcha feminista. Una niña de 17 años se suicidó luego de haber sido violada por 4 policías en una estación. Ni siquiera eso me duele. No me duele porque sé que seguramente eso fue lo mejor que pudo hacer. Porque sé que estar allí es vivir una película de terror eterna. Nunca se borra. A veces la pasas más rápido, a veces más lento. A veces duele mucho, a vece

Adán

 Hace rato no vengo aquí, o no lo recuerdo, como ultimamente. Cada vez que vengo hago una releída de cosas. A veces me sorprendo, a veces me decepciono. Hoy me doy cuenta que me gusta mucho escribir sobre dolor, a veces alegría o esperanza. No sé si sobre ti.  Me encanta hablar de primeras veces. Hacer las sensaciones y las emociones especiales "nunca había sentido esto". Y sí, cada una es especial a su manera, pero esta vez, muy como el objetivo de lo que vengo a decir pero con mi marca de especialidad: eres la primera vez.  Eres el principio de algo que no sé si seguirá contigo, aunque ojalá. Has sido testigo y colaborador de mi adultez. Has sido diferente, similar también. El cariño y como se siente el cariño, lo puedo recordar de otros lugares, de otras personas. El amor, así como éste que tu me has dado, también he tenido parecidos uno o dos tal vez, pero nada como el resto de ti.  Tu calma, tu paciencia, tu comprensión, tu persistencia. Nunca las había tenido antes.  Vo

Infancia

Estar con personas demasiado tiempo -sin importar la cantidad- a veces me abruma.  Mi "demasiado" a veces puede ser poco en realidad.  Me pregunto el origen de ello y recuerdo crecer en soledad, no en una mala soledad necesariamente, sino en la soledad acompañada de libros, música, lluvia, soles, muñecas y miradas al techo eternas, a veces hasta dormir. Recuerdo despertar siempre muy temprano. Temprano tipo a las 6 a.m. Nadie más estaba despierto a esa hora, sobre todo cuando estaba de vacaciones y me llevaban a pasar un tiempo con mis tíos o tías. A veces salía a la montañita de la casa a consentir a los perros o a los conejos; a veces intentaba entrarme a la casa del árbol aunque supiera que Jose la había dejado con llave; a veces tomaba algún cuento aburrido y lo leía y lo leía sin entender nada, mi mente siempre interrumpida por el hambre o por imágenes que las palabras vistas me hacían fantasear. Aprendí a hacerme el desayuno desde muy pequeña, porque ya incomodaba ir a