Te vas, de nuevo te vas.
Te vas y duele como siempre que te vas, casi como si nunca te hubieras ido y esta fuese la primera vez que me despido de ti. Esta vez fue extraña, incierta. Te tuve mucho tiempo pero hasta hace muy poco me acostumbré a tenerte cerca de nuevo. Fue difícil y raro. Toda la situación nos pintaba el miedo de verte ir repentinamente de nuevo. Y nunca pasó.
Esta vez no fue nada repentina, estuviste preparada mucho tiempo para volver al lugar donde amaste la vida, y también donde la odiaste, donde escapaste, donde te refugiaste, donde más cambiaste. Volverás allá y volverás acá también, y no sabremos cuando será la próxima vez que no vengas de simple visita, sino que te quedes a oler feo como la visita de más de una semana, hasta acomodarme de nuevo a tu olor, y a tus mañas, y a tu risa, tu inmensa-interminable-resonante risa, y la facilidad con la que me haces reír ¡Cómo me haces reír! En serio ¿Cómo puedes hacerme reír tanto?. No te has ido y ya te extraño, y como es de costumbre me voy alejando de ti este último día y me ocupo con cualquier cosa, y me intento distraer del desolador sentimiento de sentirme sola y sola sin tí.
Seremos dramáticas, con lágrimas que arden y queman la piel. La nostalgia que cargo es la escena de verte ir de nuevo, y no saber cuándo te veré de nuevo. Y ya estoy en el momento en el que escupir la verdad a letrazos me obliga a tomar decisiones impulsivas con las cuales me valdrá mierda la reunión de las ocho, o la lectura. Lo único que importa es ir a traernos cigarrillos para sentarnos en tu cama a reír y llorar y verte empacar maleta mientras yo finjo ayudar, a pesar que esta vez ya supieras que te ibas a ir.
Una y otra vez te irás y volverás, y sea por poco o mucho tiempo, mi corazón se va a arrugar como la primera vez. Una sola tarde de hermandad y la vida entera se siente llena de nuevo. Hablaremos todos los días por unos cuantos días y lentamente hablaremos cada vez menos, la vida nos va a ocupar y nos reprocharemos no estar más para la otra y que la otra no esté para nosotras. Poco a poco entenderemos, de nuevo, que simplemente así es la vida, y que la próxima será igual o mejor, y que estaremos siempre bien mientras la otra esté bien, y que la felicidad de la otra es la nuestra, esté donde esté.
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