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Domingo al fin y al cabo

Hoy se siente la pesadez repentina de saberte lejano. La ira se ha apaciguado. El dolor del pasado ha pasado. Hoy me pesa la conciencia por no haberte querido ver una vez más. 

¿Recuerdas cuando te dije que sabía que quería a alguien porque imaginaba la tristeza de su pérdida y dolía? -Dolía como si la vida ya no hubiera dado para más. 

El otro día nos veía en un escenario hipotético despidiéndonos. ¿Qué te diría? Si las cosas no fueran lo que son en este momento, sino tal vez en unos tres o cuatro años. Si me hubiera ido a algún lugar por un tiempo. Si te hubieras ido de aquí como hoy lo haces. 

¡Vive! 

¡Por favor vive! 

Asegúrate de vivir la vida. Por un lado de vivir el momento, el instante, el presente en su certeza y su incertidumbre. Por el otro, que te asegures más bien de estar vivo. De vivir para el momento en que los caminos nos vuelvan a cruzar. Vive para hacer el amor de nuevo, o por primera vez de nuevo. Vive para que la segunda oportunidad sea real, para que haya tiempo y espacio. Vive para decirte que "te amo" de nuevo. Para que los atardeceres vuelvan a coincidir, aún cuando tu los veas de ti y yo de mi, aún cuando encontremos en la misma pintura sideral tú una raya y yo un punto. Que volvamos a mirar al mismo lugar. Vive así sea para saber que estás vivo y no cruzar palabras, o para cruzarlas todas, o muchas, o aunque sea unas pocas o unas cuantas. 

Vive sin mi. Vívelo todo, o nada, o mucho. Vive hasta donde quieras y creas pertinente, siempre que se sienta bien. Vive para despedirnos una y mil veces más. Para odiarnos y querernos. Para herirnos y cuidarnos. Vive a la distancia y a lo cercano, pero vive.

Vive por favor, para vivir la vida una vez más. 

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