Que arda, que todo arda:
Que ardan el miedo y la injusticia,
Que viene la valentía.
Que ardan las montañas con el atardecer encendido,
Que trae la marcha y demanda justicia.
Que arda la autoridad sobria,
Que su borrachera de poder sobra.
Que ardan los cuerpos que ya no viven,
Que retornen a la tierra que les dio vida.
Que ardan los que nunca han ardido por dentro de rabia,
Que ardan, que se quemen, que se queden solos.
Que ardan los que caminan por el mundo sin cuestionar,
Que ardan, que se quemen.
Que ardan los que queman a su gente,
QUE ARDAN.
Que se nuble de llamas el cielo,
Que arda con las calles convertidas en infierno.
Que ardan los dolores del pasado,
Que ardan los que lo han trucado.
Que ardan los ríos y los mares,
Y la sangre y la saliva.
Que arda toda enfurecida,
Que arda hasta las cenizas.
Que arda hasta arder al fuego,
Que no quede nada.
Que no quede nadie.
Que el juego inventado,
Muera envenenado.
Que el fuego pintado,
Acabe su legado.
Me fui... pensando que nunca volvería, pero al mismo tiempo pensando en que precisamente por pensar así, volvería, y así fue. Tenía 21 años cuando decidí irme a vivir a Múnich, Alemania como Au Pair. Llevaba años queriendo hacerlo pero mis planes allá no eran muy claros, inicialmente quise viajar por el mundo aprendiendo idiomas y cuidando niños, lo cual en su momento de verdad me gustaba mucho, pero en mi imaginario de lo que tenía que hacer para lograr alcanzar eso, pensaba que necesitaba antes que nada: mucho dinero. Me concentré en trabajar y ahorrar para poder pagar una agencia que me guiara en el proceso y me contactara con quienes serían me familia de acogida. Hacer eso me tomó más tiempo del que esperaba y cuando por fin logré pagar una agencia, me estafaron; pagué al rededor de 1200 dólares para hacer todo el proceso, el cual incluía cursos de alemán básico para pasar el examen que se necesita para la visa, todo para que después de 6 meses dijeran que mi contrato se hab...
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