Yo quería destruirme con usted.
Tenía la superflua impresión de que esta nada podría ser todo, que le daríamos forma concreta y que lograríamos madurar cuando entendiéramos que apestamos juntos y que deberíamos separarnos; pero quería que pasara, y no.
Muchas cosas me asombraban de usted, sobre todo el hecho de que no me conociera y me dejara conocerlo tan bien; que lástima, a duras penas alcanzo a darse cuenta que me pongo hipersensible, hiper-fatalista e hiper-depresiva con la llegada de la luna menguante. A diferencia mía, usted no tuvo miedo en mostrarme cosas que tal vez no a cualquiera le mostraba, en llamarme la primera vez para salir, en contarme lo que no muchos sabían; en fingirme, en mentirme.
¿Karma?
¡De seguro!
No le encuentro otra explicación a ese fatídico final de nuestro par. No me explico. No lo entiendo.
Es curioso y a la vez irritante que justo después de que hubiera explotado (mentalmente) para terminarlo todo (mentalmente), las casualidades del diario vivir me quisieran seguir llevando a su zona de confort: Citas odontológicas, amistades relocalizadas, la universidad, las vueltas de cosméticos, las recogidas de medicamentos en farmacias naturistas. En fin. Que asco. El "destino", <digo yo> no hacía si no pasearme por en frente de su librería de segunda (no lo digo despectivamente, ERA una librería de segunda), haciendo que inevitablemente mirara de re ojo añorando topármelo "por sorpresa". Muy patético ¿no?. Digo que es puro y físico karma porque presiento que esa sensación de humillación y desespero a la vez, debió ser exactamente lo mismo que sintió mi ex cuando le pedí "un tiempo" (obviamente ya no quería estar con él); Digo que es karma porque con ese ultimo discurso con el que me salió después de siente meses de haber terminado y casi cinco de no hablar (omitiendo el típico saludo de navidad), noté lo traumatizado que había quedado el tipo, y me di cuenta que más o menos así estaba yo.
Insisto, es karma porque exactamente el mismo día que todo acabó con él, todo empezó con usted. No es que hubiera acabado por usted, pero si me hizo reaccionar en cuanto a lo que es la verdadera química, reflexionar en la fisiología de las emociones... estaba borracha, sí, pero de todos modos algo me hizo creer que no importaba cuán sobria pudiera estar, o cuán consciente quisiera ser, mi impulso era mirarlo a los ojos mientras lo seducía con palabras sobre la política del país y un humo entrecortado de cigarrillo mentolado, para luego ir a rumbiarmelo al ritmo de un Tego, algún Jay o algún tipo de Medellín con acento rico que cantara cochinadas. Digo que es karma porque nunca se enteró de que también me gustaba el indie, la salsa vieja, el son cubano y la escritura; porque nunca se dió cuenta de que estaba tan herida como usted por mis papás. Porque tampoco divizó, allá entre nuestros interminables cafés, que en medio de mi tembladera a las once de la noche, congelada por el frío, mis manos siempre estaban calientes. Nunca supo que también me escapé de mi casa solo que mucho mas pequeña y estupida, y que logré sobrevivir sola porque no escapaba para perseguir un culo grande si no que escapaba del culo grande de mi mamá. Usted nunca habría sabido que mi vida cambió para siempre a mis diez años, si no hubiera sido porque en la desnudez aquél accidente marcaba memoria sobre mi pierna derecha. Usted juzgó por lo que creyó haber visto de mi, pero realmente no vió nada, porque así quise yo que fuera. Usted, divino polvazo de los cielos, cree saber quien soy, y de seguro me clasifica en psicólogo como mínimo cuando pronuncia mi existencia en su camino, pero usted, divino fracaso de ángel, caído entre los muertos vivientes, no sabe quién es Camila y por lo menos eso me queda.
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