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Sueños

El martes en la noche le pregunté a mi hermana y mi mamá cuáles deseos habrían dejado sin cumplir si se murieran en la noche. Mi mamá dijo que se iría tranquila porque lo habría hecho todo. Mi hermana no quiso responder, y yo dije que me habría faltado hacer alguna actividad extrema como botarme en un paracaídas de un avión para sentir lo que es volar; haber estado más en el campo porque es allí donde imagino mi vida más allá de los 50; y haber pasado más tiempo con mis abuelos -ese no lo dije, pero lo pensé-

Esa misma noche era la noche de la superluna, me llegó el período como suele llegarme por adelantado cuando hay algún evento lunar. Soñé que estaba con Micayla en Suráfrica. Ella me hacía una sesión de fotos como las que me hacía en Múnich. Teníamos ropa de estilos que nunca he visto y de repente todo se convertía en una escena de acción donde me tomaban fotos en un auto de carreras que hacía maniobras extremas y peligrosas. Recuerdo que en el sueño anterior a ése estaba en una selva, no había mujeres más que yo, y el resto eran hombres, por supuesto haciendo del ambiente algo tenso por la carrera de sus testosteronas encerradas todas en el mismo espacio. Sentía el calor y el sudor por el calor, y un hombre queriendo llamar la atención fingía suicidarse y yo me reía, no en burla, sino en tono de ¿Qué putas haces?. Sigo con el segundo sueño y recuerdo entrar a un lugar que parece una escuela de artes, yo no estudio allí pero por algún motivo creo que tengo algo valioso para aportar y lo llevo conmigo, no sé si es un manuscrito o una pintura. Espero a dos amigos que sé que estudian ahí pero nunca llegan y de repente me veo metida en una clase a la que entro cantando y bailando. Fue hermoso, nunca había cantado en un sueño. Me voy porque tengo prisa de ir supuestamente a la universidad pero tengo clase de matemáticas. Le tengo exactamente la misma pereza y miedo que le tenía en el colegio. Entro y me encuentro con que mis abuelos están allí. En este nuevo mundo de edificios tipo Salmona, el mundo se ha reorganizado y todos pueden asistir a las clases que les de la gana. Honestamente no sé por qué estaba yo allí. Mis abuelos le responden una pregunta a la profesora y se quedan media hora discutiendo. La profesora se duerme y mientras la gente se ríe de ella y de ellos, yo me río de verlos discutir hasta en mis sueños. La alegría de verlos es desbordante, lloro de amor y despierto.

Despierto y comprendo que cuando esta amenaza de muerte acabe tengo que:
1. Ir al campo cada vez que pueda.
2. Hacer algo extremo, así no tenga que ver con volar.
3. Tal vez ver una vez más a mi alma gemela Mickey
4. Estudiar por fin algo que tenga que ver con bailar, cantar, escribir, pintar o actuar.
5. Pasar más tiempo con mis abuelos.
6. Tal vez, y de seguro sí, enfrentar mi miedo a las matemáticas.

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