Oigo a Micayla hablarme y hablarme, y entre más habla, esta vez, más me doy cuenta de nuestras diferencias.
Lo que antes parecía tan similar entre nosotras, de repente nos separa.
Éramos niñas rotas, llenas de inseguridades y miedos. Llenas de nuestras autenticas formas de haber lidiado con el trauma; llenas de trauma al fin y al cabo.
Tantas cosas parecían similares y ahora me siento tan distinta. No solo de ella, de mi, más que nadie.
De repente ese pasado oscuro que tanto nos unía ya no lo vivo como lo vivía, ni como se vivió allí. Yo me encuentro llena de amor, compasión y presente, no sé ella de qué está llena pero no es de esto mismo, o no igual.
Definitivamente he cambiado. Definitivamente nuestras historias eran diferían de manera importante en muchos sentidos.
Sí, muchas veces recibí malos tratos, rechazo, dolor. Sí, muchas veces, mucho tiempo me sentí sola. De la misma manera, ahora que me acerco a los 10 años de haber sanado tantos de estos huecos en mi mente, puedo reflexionar y ver con claridad que he sanado mucho, cuánto y cómo. Puedo ver que han sanado las personas a mi al rededor, también. Puedo ver que hemos perdonado y hemos sido fuente de cambio y apoyo los unos para los otros.
El pasado, pasó; por fin dejó de pasar, y ahora de repente puedo reírme de él, o llorarlo, u olvidarlo cuando se me da la gana. El pasado ya no soy yo, y por ende puedo ver que dentro de toda mi soledad hubo también compañía. Que en todas las cosas malas también hubo bondad.
De repente puedo ver que ya no somos las mismas, porque nuestras circunstancias nunca fueron las mismas, y porque aunque lo fueran, ahora vemos diferente.
Honro en mi, la sensación profunda de amor que tengo ahora mismo por mi vida y la vida de quienes me han acompañado de diferentes formas. Honro en ti, la vida que buscas para ti en honor al pasado que buscas reivindicar.
Te quiero amiga. Ojalá en algún momento nos volvamos a encontrar.
Comentarios
Publicar un comentario