He tratado de no pensar en el futuro porque no es real. He tratado pero en el proceso tuve que amputar las raíces de lo que me ata a la realidad. La evité. Yo traté de hacerme vida en mi casa, de verla linda y agradable todo el tiempo. Quise pretender ser la más sensata entre nosotras. No le vi problema a ofrecerle mi ayuda a las personas queridas. No le pedí a nadie que me ayudara, o si lo hice, lo hice esperando que nunca fuera necesario. Me repito: el miedo es lo único que no dejaré entrar. Me resiento, de volverme a sentir: tengo miedo. Por más que no quiera pensar en el futuro, hay algún tipo de certeza o de presente en él... la confirmación de mi propia prolongación. No lo quise poner en palabras porque como siempre digo: si lo pongo en palabras es real; pero lo que sentía no paraba de incitarme a parar. ¿Para qué estudiar si el mundo está en pausa? ¿Para qué mentirme? El otro día me soñé despierta que tomaba el bus, como siempre con afán, y recorrí despacio el camino ...