Qué buena certeza, saber que no soy nada y lo soy todo.
Para los momentos en que mi ego sobrepasa la realidad, para cuando sé muy bien que detrás de mis acciones hay manipulación y egoísmo, me pregunto quién era antes de aquél sábado santo, 13 de abril de 1996, y recuerdo que no era nadie. La vida habría podido quitárseme iracunda, de no haber querido vivir, y entonces, me contradigo, porque sí que habría sido algo en algún lugar... pero algo irreconocible, sin embargo viví, y esa fue la primer vez que superé la muerte.
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