Me miraste sentado al otro lado del sofá mientras leía, noté tus ojos aguados. Te pregunté si estabas bien, me dijiste "me gusta verte ahí sentada", y yo te dije "a mi me gusta verte ahí sentado". No te arrepientas de no haberme alzado cuando me fuiste a conocer de bebé, porque lo hiciste muchas otras veces más. Tu amor me alzó muchas veces, sin cansancio. Y fui feliz a tu lado incontables veces. Te fuiste escuchando Tchaikovsky, dirigiendo tu banda sonora de despedida. La misma canción que le tarareé a mi abuelita cuando me pidió que bailara. No te quejaste, o te quejaste tan poco, que aún sabiendo que te ibas a ir fue una sorpresa que lo hicieras, o al menos así. Hasta el ultimo momento nos dijiste que estabas bien. Te paraste, caminaste, hablaste lo poco que podías. Sabíamos que te ibas y tu también, el cuándo nunca se sabe. Por primera y última vez te llevamos a la cama ayudándote. Tus piernas ya débiles flaquearon y tuve que abrazarte para sostenerte. Qué ab...